[Entrada publicada originalmente en el blog de la Fundación Félix Granda: fundacionfelixgranda.org/wordpress ]
Este mes de febrero inauguramos una nueva sección: la pieza del mes. En ella, iremos presentando documentos y objetos de nuestras Colecciones, o comentando obras realizadas por don Félix Granda Buylla y sus “Talleres de Arte” a lo largo de la historia.
Hoy, presentamos la historia de un retablo bastante conocido para los madrileños, que lo reconocerán sin embargo con otra imagen principal y en otra ubicación. Se trata del que, situado en la escalinata lateral de la Catedral de Ntra. Sra. de la Almudena, cobija hoy la imagen de la ilustre Patrona. El mayor interés de esta obra reside en sus tablas policromadas, realizadas por Juan de Borgoña en el siglo XV; pocos saben que se realizó sobre él una intervención hacia finales del siglo XIX, en la que se le añadió un altar y probablemente se renovó la mazonería, realizándose incluso alguna intervención menor en alguna de sus valiosas tablas. Esta intervención, que tan común resultaba en la época y tan escandalosa nos resulta hoy a la luz de los modernos criterios de restauración, fue precisamente encargada a don Félix Granda.
La intervención sobre el retablo era, sin embargo, tan sólo una parte del proyecto de ornamentación de una capilla privada muy especial. Y es que, ¿dónde se hallaba el retablo antes, en la época en la que lo remodeló Félix Granda? Se encontraba nada menos que en el Palacio Arzobispal de Madrid, y fue sin duda uno de los primeros trabajos que realizó Granda en la Villa y Corte.
La mayor aportación de Félix Granda a la capilla fueron las pinturas murales que aún se conservan en los tímpanos de los arcos ciegos que decoran el lateral de la capilla. En ellas, se muestran cuatro alegorías: el Episcopado, la Fe, la Esperanza y la Caridad.
El altar, que hoy en día se encuentra localizado en otra iglesia de Madrid, contenía un relieve con la escena de la recolección del maná, iconografía relacionada con la prefiguración de la Eucaristía.