Una placa conmemorativa de la ciudad de Laredo

El pasado 18 de diciembre se remató en 850 € en Aragón Subastas una interesante placa conmemorativa realizada en 1915 por los Talleres de Arte de Félix Granda. Es de plata repujada, fundida y grabada a buril, montada sobre una tabla de madera y sus medidas generales son de 37,5 x 53 cm. Presenta la marca n.º 4 de los Talleres, es decir, un cuadrado rehundido con un ramillete con tres flores flanqueadas por «T» y «A», entre dos marcas de ley «916».

Placa subastada en Aragón Subastas, diciembre de 2019.

El asunto central es un bajorrelieve de la ciudad de Laredo, enmarcado por una suerte de retablo. Tiene en la parte superior un friso con roleos con amorcillos, del que penden festones de flores. A los lados, dos pilastras con los escudos de Laredo y de su Asociación de Pescadores. El fondo está decorado con tracería con rosetas en su interior, también en bajorrelieve y de diversos tipos. En la parte inferior, en el centro, hay una tarjeta con la inscripción dedicatoria y un grupo escultórico a cada lado,  alegorías de las riquezas de Laredo. A la izquierda aparecen Ceres, representando la agricultura y tal vez Mercurio representando al comercio, si bien sus atributos son un yunque y una rueda dentada, símbolos de la industria. A la derecha, Neptuno y un pescador. En el Archivo de la Fundación Félix Granda (AFXG) se conserva tanto su fotografía, tomada en la época, como su diseño original. Gracias a ello sabemos que la figura de Mercurio no estaba inicialmente contemplada.

Diseño de la placa de la ciudad de Laredo

Diseño de la placa encargada por la ciudad de Laredo para su diputado en Cortes Luis María Aznar y Tutor. Talleres de Arte, 1915.

La placa fue un obsequio que la ciudad de Laredo, por suscripción pública, realizó y entregó a su diputado en Cortes don Luis María Aznar y Tutor (1862-1929), a quien nombró también hijo adoptivo. El motivo del homenaje era capital, pues el diputado había logrado poner en marcha la reforma del puerto de Laredo, una cuestión que venía retrasándose décadas. Laredo, que había sido una boyante localidad, havía entrado en declive en la segunda mitad del siglo XIX precisamente por la falta de adaptación de su puerto. La alegría con la que sus habitantes recibieron las gestiones de Luis María Aznar estaba justificada, porque en efecto la reforma supuso que, ya en la década de 1920, Laredo se convirtiese en uno de los enclaves más relevantes de la pesca en el Cantábrico.

El homenaje se celebró el 12 de septiembre de 1915 y fue descrito por la prensa de la época con una minuciosidad que resulta prolija hasta para este blog. Hubo de ser una celebración verdaderamente vistosa y multitudinaria. La placa le fue entregada por Ceferino Revolvo, presidente de la Cofradía de mareantes de Laredo, quien le dirigió estas palabras tan del gusto de la época:

Recibid, señor, en este pobre homenaje este débil testimonio de nuestro inextinguible reconocimiento, y tened siempre presente que, al doblar los pescadores laredanos la entrada del puerto que el hábil cincel del artífice grabó en el centro de esa placa (…), sus almas se unirán en una sola plegaria invocando y pidiendo a la Virgen del Carmen, a quien nos encomendamos en nuestros mayores peligros, que acompañe y premie ahora y después a nuestro bienhechor.

Como ocurría con frecuencia en estos casos, la placa se expuso con anterioridad para que pudiera contemplarla todo el mundo. Dice la prensa que fue en «los escaparates de la ‘Ciudad de Santander'», y no se sabe si el entrecomillado se debe a que fuera el nombre de algún comercio local, o si verdaderamente se expuso en alguna tienda de Santander. También nos deja con otro dato interesantísimo, y es que la placa no fue la única encargada por los habitantes de Laredo, que también obsequiaron al Ministro de Fomento, Javier Ugarte y Pagés (1852-1919), con otra algo menor. De esta, cuyo paradero no se conoce, afortunadamente también se conserva fotografía en el AFXG. Es algo más sencilla e incorpora, algo transformados, los asuntos de la otra placa, como son los escudos y la representación de la agricultura y la pesca, esta vez mediante amorcillos con los atributos correspondientes.

Placa entregada por la ciudad de Laredo a Javier Ugarte. Negativo de vidrio, AFXG, 1915. Talleres de Arte, 1915.

En los periódicos de la época, con motivo de su exhibición pública, se describió con bastante detalle la placa de Luis María Aznar. Merece la pena destacar de esas descripciones dos detalles que no podemos ver en la obra tal y como ha llegado hasta nuestros días. Los diarios refieren cómo «bajo florida guirnalda, delicadamente ejecutada recuadrada por marco y tracería con esmaltes de oro, se adivina una silueta del puerto de Laredo tratada en plata oxidada». Ni de esmaltes, ni de oro, ni de tratamiento de plata oxidada queda vestigio en la pieza.

Fotografía de la placa conservada en el AFXG. Talleres de Arte, 1915.

Lamentablemente, estos son justo unos detalles que no podemos comprobar comparando la pieza con la fotografía de 1915, que lógicamente es en blanco y negro. No obstante, sí me parece muy posible que la placa tuviera inicialmente estas decoraciones y acabados, al menos el dorado y el envejecido, y que los haya perdido. Resulta un tanto delator, en este sentido, el brillo refulgente, de plata concienzuda – y trágicamente – limpiada. No es, por desgracia, la primera obra de plata que es víctima de un alma hacendosa poseída por el espíritu de Aladino. La limpieza, frecuentemente tan bien intencionada y pundonorosa como indocumentada e irreparable, es una de las principales causas de deterioro (e incluso destrucción) de las obras de platería. Limpiar la pieza, en especial con los productos más fáciles de encontrar en las tiendas, siempre supone una erosión; por ello, los acabados como el baño de oro o el efecto de envejecido, que están en la capa más superficial de la pieza, son los primeros en desaparecer. Ocurre lo mismo con el esmalte, de por sí muy delicado.

Salvo por este detalle, lo cierto es que el estado de conservación de la pieza es muy bueno. Merece la pena recordar que las piezas de arte civil de los Talleres de Arte de Félix Granda son rarísimas. En el transcurso de mi investigación no he encontrado más de una docena. Son también muy raras las piezas, tanto civiles como religiosas, que se remontan a una época tan temprana como esta. Otra curiosidad es que se trata de la pieza más antigua que hemos documentado por el momento con la marca n.º 4, que probablemente empezó a utilizarse precisamente en 1915.

 

 

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